domingo, 28 de noviembre de 2010

MAXIMILIANO Y EL ENANO JORGE (PENSAMIENTO Y CONFLICTOS)

Las creencias y los conflictos que pueden generar

 
¿Alguna vez te has preguntado cómo sabemos las cosas que sabemos? ¿Cómo sabemos, por ejemplo, que las estrellas, que parecen pequeños alfilerazos en el cielo, son en realidad gigantescas bolas de fuego como el Sol, pero que están muy lejanas? ¿Y cómo sabemos que la Tierra es una bola más pequeña, que gira alrededor de una de esas estrellas, el Sol?
      La respuesta a esta pregunta es "por la evidencia". A veces, "evidencia" significa literalmente ver (u oír, palpar, oler) que es una cosa cierta. Los astronautas se han alejado de la Tierra lo suficiente para ver con sus propios ojos que es redonda. Otras veces, nuestros ojos necesitan ayuda. El "lucero del alba" parece un brillante centelleo en el cielo, pero con un telescopio podemos ver que se trata de una hermosa esfera: el planeta que llamamos Venus. Lo que aprendemos viéndolo directamente (u oyéndolo, palpándolo, etc.) se llama observación. Muchas veces la evidencia no es sólo pura observación, pero siempre se basa en la observación.
      Cuando se ha cometido un asesinato, los investigadores pueden reunir muchas observaciones, que en conjunto señalen a un sospechoso concreto. Si las huellas dactilares de una persona coinciden con las encontradas en el puñal, eso demuestra que dicha persona lo tocó. No demuestra que cometiera el asesinato, pero puede ayudar a demostrarlo si existen otras muchas evidencias que apunten a la misma persona. A veces, un detective se pone a pensar en un montón de observaciones y de repente se da cuenta de que todas encajan en su sitio y cobran sentido si suponemos que fue Fulano el que cometió el asesinato.
Los científicos trabajan muchas veces como detectives. Hacen una suposición (ellos la llaman hipótesis) de lo que podría ser cierto, es decir, una afirmación, y a continuación se dicen: si esto fuera verdaderamente así, deberíamos observar tal y cual cosa.
      A esto se le llama predicción. Por ejemplo, si el mundo fuera verdaderamente redondo, podríamos predecir que un viajero que avance siempre en la misma dirección acabará por llegar al punto del que partió. Cuando el médico dice que tienes sarampión, no es que te haya mirado y haya visto el sarampión. Su primera mirada le proporciona una hipótesis: podrías tener sarampión. Entonces, va y se dice: "Si de verdad tiene el sarampión, debería ver..." Y empieza a repasar toda su lista de predicciones, comprobándolas con los ojos (¿tienes manchas?), con las manos (¿tienes caliente la frente?) y con los oídos (¿te suena el pecho como suena cuando se tiene sarampión?). Sólo entonces se decide a declarar "Diagnostico que la niña tiene sarampión". A veces, los médicos necesitan realizar otras pruebas, como análisis de sangre o rayos x, para completar las observaciones hechas con sus ojos, manos y oídos. Esta es la manera en la que actúa el pensamiento científico: busca un método lo más objetivo posible para encadenar una evidencia, otra y otra, para confirmar o desechar una hipótesis, una afirmación acerca de algo que sucede en el mundo que nos rodea.

Pero dejemos por ahora la evidencia y su rol en el pensamiento científico, para adentrarnos en un tipo de pensamiento que no es científico, y que muchas veces ante la falta de evidencias para defender una determinada afirmación provoca que no se pueda convencer a los otros salvo por la fuerza. Me refiero a afirmaciones o hipótesis que surgen en las personas o las sociedades a partir de lo que llamamos "tradición", "autoridad" y "revelación".

El trabajo que ustedes hicieron a principio de año, en donde tuvieron que escribir con qué “marco teórico” ven la vida, tenía que ver con el hecho de que captaran que gran parte de la construcción mental que ustedes hacen del mundo que los rodea (es decir, de las afirmaciones o hipótesis que hacen a diario)  a veces poco tienen que ver con un pensamiento metódico, basado en evidencias,  y mucho que ver con la tradición, la autoridad o la revelación. Veamos a cada una de ellas por separado, para comprender mejor qué son y cómo funcionan.


LA TRADICIÓN

Empecemos por la tradición. Hace unos meses observé en un programa de  televisión a un grupo de niños cristianos, judíos, musulmanes, hindúes,  y el presentador del programa iba con el micrófono de niño en niño, preguntándoles qué era aquello en lo que creían; y por supuesto, cuando uno los escuchaba entendía que sus creencias no tenían nada que ver con pruebas, evidencias, datos, mediciones, emergentes. Esos niños solo se limitaban a repetir las creencias de sus padres y sus abuelos, que tampoco estaban basadas en ninguna evidencia, sino en cuestiones emocionales, de opinión, de fé. Esos niños decían cosas como "Los hindúes creemos tal y cual cosa", "Los musulmanes creemos esto y lo otro", "Los cristianos creemos otra cosa diferente". Como es lógico, dado que cada uno creía cosas diferentes, era IMPOSIBLE QUE TODOS TUVIERAN RAZÓN. La mejor manera de que en el futuro esos chicos no discutan hasta caer desmayados de la rabia, o terminen agarrándose a trompadas con los demás que no creen en lo mismo que ellos, es que esos niños se instruyan y comprendan que cuando no existen evidencias claras para comprobar una hipótesis, hay que entender que lo que uno siente o cree no puede ser impuesto a nadie, y que el otro tiene tanto derecho a no sentir o creer lo mismo que nosotros, ya que las evidencias de aquello que se afirma o se niega a veces son tremendamente débiles o difusas. Por lo tanto, si comprendemos eso, aprenderemos a discutir con los demás de otra manera, a respetarlos, a escucharlos, a pedirle amablemente evidencias, a repreguntarle si esas evidencias que nos presenta tienen una lógica y están encadenadas dentro de una investigación, o por el contrario están caprichosamente encadenadas entre sí, sin lógica. Entender eso nos hace crecer no solo a nivel intelectual, sino como seres humanos, ya que somos mejores personas y hacemos mejor al mundo.
Pero volvamos con el tema de los niños en el programa de televisión. Ellos creen cada uno en su religión a causa de  la tradición.  La Tradición es la transmisión de creencias de los abuelos a los padres, de los padres a los hijos, y así sucesivamente. O mediante libros que se siguen leyendo durante siglos. A veces  la gente cree ciertas cosas sólo porque otra gente ha creído lo mismo durante siglos, sin haberse preguntado nada! Inclusive mucha gente que cree ciegamente en algo,  está dispuesta a hacer la guerra contra los que creen otra ligeramente distinta, de manera que se podría pensar que tienen muy buenas razones —evidencias— para creer lo que creen. Pero lo cierto es que sus diferentes creencias se deben únicamente a diferentes tradiciones.

LA AUTORIDAD

      La Autoridad, como razón para creer en algo, significa que hay que creer en ello porque alguien importante te dice que lo creas. En la Iglesia católica, por ejemplo, la persona más importante es el Papa. En una de las ramas de la religión musulmana, las personas más importantes son unos ancianos de barba llamados Ayatolás.
¿Pero en la ciencia no existe también la Autoridad? ¡Por supuesto!  también en la ciencia ocurre a veces que no hemos visto personalmente la evidencia, y tenemos que aceptar la palabra de una determinada Autoridad. Por ejemplo, yo no he visto con mis propios ojos ninguna prueba de que la luz avance a una velocidad de 300.000 Km. por segundo; sin embargo, creo en los libros que me dicen la velocidad de la luz. Esto podría parecerse a la creencia de la tradición o la creencia en la Autoridad, pero hay una DIFERENCIA FUNDAMENTAL: cualquiera que ponga en dudas lo que dice la ciencia, tiene la posibilidad de repetir un experimento o una investigación y comprobar o refutar una teoría, cosa que en la Tradición o la Autoridad que impone “porque sí”  es imposible hacer.

LA REVELACIÓN

Cuando las personas religiosas tienen una sensación interior de que una cosa es cierta, aunque no exista ninguna evidencia de que sea así, llaman a esa sensación "Revelación". Existen personas con una fuerte convicción interior de que una famosa estrella de cine las ama, aunque en realidad la estrella ni siquiera las conoce. Las sensaciones internas tienen que estar respaldadas por evidencias; si no, no podemos fiarnos de ellas. Las intuiciones resultan muy útiles en la ciencia, pero sólo para darte ideas que luego hay que poner a prueba buscando evidencias. Un científico puede tener una "corazonada" acerca de una idea que, de momento, sólo "le parece" acertada. En sí misma, esta no es una buena razón para creer nada; pero sí que puede ser razón suficiente para dedicar algún tiempo a realizar un experimento concreto o buscar pruebas de una manera concreta.      

¿ENTONCES LA TRADICIÓN, LA AUTORIDAD Y LAS REVELACIONES O INTUICIONES SON ALGO MALO?

Aunque te sorprenda, te diré que la Tradición, la Autoridad y la Revelación no tienen nada de malas en sí mismas, han sido útiles para que las sociedades se mantengan unidas y las personas encuentren un sentido para su vida; y si vamos a respetar la lógica de las palabras que he escrito, cuando no existen evidencias acerca de algo, cada uno tiene la libertad de creer y tener fe en lo que desee, a la vez que debe respetar exactamente lo mismo en los demás sin querer imponerse. Si entendemos eso, también aprenderemos a controlar nuestro enojo de que los demás tengan que pensar igual que nosotros, ya que ante la falta de evidencias científicas debemos reconocer que no podemos obligarlo al otro a que sienta o crea lo mismo que nosotros, y por lo tanto debemos respetar la libertad del otro para creer o suponer cosas diferentes a las que nosotros suponemos. Si entendemos esto, bajaremos dramáticamente el nivel de peleas y conflictos que tenemos a diario con nuestros amigos, compañeros, padres, etc.

¿Y LA CIENCIA?

Y entenderemos que la Ciencia nos permite encontrar entre todos evidencias objetivas de lo que es la realidad. Decimos objetivas porque trascienden las percepciones subjetivas (los pareceres de cada sujeto) ya que ante las evidencias todos los sujetos llegan a un acuerdo de que hasta el momento no hay dudas de que tal o cual cosa es así  (de objeto, que está por fuera de los sujetos y de alguna manera cobra vida propia). Ejemplo: si el alumno Maximiliano está presente en el curso, la evidencia es tan contundente para la percepción subjetiva de cada uno de los sujetos que están en el aula,  que esa evidencia es una evidencia que ante el acuerdo de todos se vuelve una evidencia objetiva. Pero si el profesor dice que ha llegado al curso con el enano Jorge, que es un enano desertor de los siete que tenía Blancanieves, es mucho más difícil hacer que las evidencias se vuelvan objetivas. El profesor puede decir que cree en él, que viene de un país en donde por generaciones los padres les enseñan a los hijos que cada profesor tiene un enano ayudante, invisible, intangible, pero que se manifiesta a través de los pájaros que se arriman al aula, o del viento que entra por la ventana. Tradición, creencias. Y si el profesor de Metodología obliga a sus alumnos a creer y tener fe en el Enano Jorge, tendríamos el tercer caso de pensamiento no científico: se impondría a los alumnos solo por Autoridad.
Fíjense qué llamativo: nadie discute acaloradamente con otro ante la clara evidencia de que Maximiliano está presente en el curso; es tan evidente que la pelea furiosa y ciega no tiene sentido. Pero en la medida en que las evidencias comienzan a ser cada vez más difíciles de encontrar, como en el caso del Enano Jorge,  las personas tienden a ponerse entre sí cada vez más violentas con aquel que no cree en lo mismo. Puede que una parte del curso termine creyendo en el Enano, y se enoje muchísimo con la otra parte, o viceversa. Eso es lo que hay que entender y evitar: si no existen evidencias claras para sostener las hipótesis cotidianas que sostenemos (todo el tiempo hacemos afirmaciones)  tenemos que reflexionar, repensar, respetar al otro.
Probablemente nuestro enojo con los que no creen o piensan como nosotros nace de un inconciente temor a que en realidad aquello en lo que creemos y para lo que no existen evidencias, no sea tan cierto como pensamos. Y quizás si logramos convencer al otro, nos relajamos y nos quedamos tranquilos por sentir que alguien nos acompaña en esa aventura de creer en algo para lo que no hay muchas pruebas… pero si no nos acompaña, podemos sentir miedo y frustración, por darnos cuenta de que no nos alcanzan las evidencias para convencerlo, y eso a su vez desata dudas en nosotros. El camino más fácil es enojarse y pelear con el otro, el que nos hará crecer como seres humanos, es el de comprender que muchas de nuestras creencias no tienen evidencias, y por lo tanto debemos respetar las creencias de los otros, tanto como los otros respetar las nuestras. Si aprendemos esto haremos un mundo mucho mejor que el que tenemos hasta ahora.

PENSAMIENTO VULGAR / PENSAMIENTO CIENTÍFICO

Si uno tuviera que decir rápidamente qué diferencia el pensamiento vulgar del pensamiento científico, en primer lugar se podría decir que las evidencias que pueden ser comprobables,
que han sido obtenidas mediante un método enmarcado en una teoría, con instrumentos científicos utilizados para medir variables que a su vez nos dan datos. Esa presencia de evidencias claras pone es una de las diferencias más grandes entre el pensamiento vulgar y el científico.
Entender esto es bajar el nivel de peleas y conflictos cotidianos para siempre.

Firmado: El Enano Jorge

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